CRIMEN
Y CASTIGO
Saul morales requelme
La novela trata
de las vivencias y el crimen consumado del personaje Rodion Raskolnikov que era
un estudiante de bajos recursos económicos que tuvo que dejar sus estudios por
sus problemas económicos, luego acude con una vieja usurera, de nombre Aliona
Ivanovna, a empeñar las únicas prendas de valor que posee. La anciana,
envilecida por la codicia presta una pequeña cantidad de rublos -pues se cobra
por adelantado los intereses- y despide al joven quien tiene que aceptar el
miserable trato. En el camino, Raskolnikov piensa en el lugar donde guardará el
dinero. Una taberna se cruza por su camino y decide entrar y beber una cerveza.
Raskolnikov
reflexiona sobre su próxima integración a la sociedad. Piensa en su condición
de
estudiante que tuvo que salirse de la escuela por falta de dinero. De la misma manera, tiene que “fugarse” de su cuarto para no ser visto por la casera pues debe rentas atrasadas. Marmeladov, un funcionario de gobierno se acerca y le habla pues lo cree un colega. Raskolnikov lo desengaña y siente al principio deseos de hablar con él; al instante, extraña de nuevo su soledad. Marmeladov le habla de su esposa Catalina, de su hija Sonia, de las otros hijos de Catalina y del pasado aristocrático que alguna vez tuvieron. El desenfrenado gusto por la bebida de Marmeladov lo llevaron a la ruina. Catalina no aceptaba a su hijastra al principio, quien pronto tuvo que trabajar. Catalina fue despedida de su trabajo. Los ahorros fueron tomados por el propio Marmeladov quien no tardó en bebérselos. Marmeladov invita a Raskolnikov a su casa. Al llegar encuentra a Catalina cuyo aspecto era demacrado pues, aparte de la miseria, padecía de tuberculosis y los hijos de ésta jugando entre la mugre. Catalina regaña a su esposo y corre a Raskolnikov quien se va pensando al respecto.
estudiante que tuvo que salirse de la escuela por falta de dinero. De la misma manera, tiene que “fugarse” de su cuarto para no ser visto por la casera pues debe rentas atrasadas. Marmeladov, un funcionario de gobierno se acerca y le habla pues lo cree un colega. Raskolnikov lo desengaña y siente al principio deseos de hablar con él; al instante, extraña de nuevo su soledad. Marmeladov le habla de su esposa Catalina, de su hija Sonia, de las otros hijos de Catalina y del pasado aristocrático que alguna vez tuvieron. El desenfrenado gusto por la bebida de Marmeladov lo llevaron a la ruina. Catalina no aceptaba a su hijastra al principio, quien pronto tuvo que trabajar. Catalina fue despedida de su trabajo. Los ahorros fueron tomados por el propio Marmeladov quien no tardó en bebérselos. Marmeladov invita a Raskolnikov a su casa. Al llegar encuentra a Catalina cuyo aspecto era demacrado pues, aparte de la miseria, padecía de tuberculosis y los hijos de ésta jugando entre la mugre. Catalina regaña a su esposo y corre a Raskolnikov quien se va pensando al respecto.
Cuando estaba
en su cuartucho de Raskolnikov recordaba
permanentemente su condición. Al amanecer Raskolnikov se encuentra en el mismo.
Anastasia, única sirviente de la casa lo despierta con té y una carta. La carta
es remitida por la madre de Raskolnikov quien al enterarse de que su hijo dejó
la escuela por falta de medios, reunió algunos rublos que manda anexo. Más
adelante, la madre le escribe sobre Dunia, hermana de Raskolnikov, quien pasó
innumerables infortunios y que además, fue corrida de su trabajo luego de que
la señora sospechó que mantenía amoríos con su esposo, La humillación fue
profunda. Pero al poco tiempo, continúa relatando la madre, La señora Marta
Petrovna descubrió una carta que demostraba su completa inocencia y que se
trataba de uno más de los deslices de su esposo. Posteriormente, la madre
relata que durante el ínterin, Dunia inició relaciones con Don Pedro Petrovich
Lujin, consejero del tribunal, y que el enlace será pronto. La madre se
disculpa de no haberlo tomado en cuenta al respecto, pero confía en el buen
corazón de su Rodion. La madre anuncia a su hijo que Lujin va rumbo a San
Petersburgo y espera que lo reciba como merece un señor de su rango. La madre
escribe sobre el futuro promisorio que está unión significa y que sin duda las
sacara de su miseria pues seguro regresas a la escuela y terminas trabajando
para él. Para finalizar, La madre escribe sobre su llegada y la de Dunia a San
Petersburgo en las próximas horas. Raskolnikov cierra la carta aturdido y sale
de su casa.
Raskolnikov se
había resuelto a no permitir esa boda pues, además de no haberlo consultado,
algo misterioso y digno de desconfiarse, había leído “entre líneas” en las
frases de su madre. Durante el camino, Raskolnikov defiende a una muchacha
ebria, y le da dinero a un policía para que la lleve a su casa. El camino lo
dirige hacía la casa de su amigo Razumikhin a quien no obstante, ha fingido no
verlo para no entablar conversación con él.
Raskolnikov
hace cuentas del dinero mandado por su madre y se percata que una considerable
suma, la ha regalado. Desvía su camino y entra a un bosque donde duerme en la
hierba. Sueña con su padre y una yegua que es golpeada salvajemente por varios
hombres. El niño Raskolnikov se precipita a ayudar a la yegua pero es detenido
por su padre. Raskolnikov despierta bañado en sudor. Raskolnikov duda de sus
planes; la vieja usurera duerme tranquila, tal vez no por mucho tiempo.
Raskolnikov sale a la calle y se topa con Isabel, la joven hermana de la vieja.
La casualidad se presta y escucha que la vieja Aliona se encontrará
completamente sola a determinadas horas.
Raskolnikov no
cree en casualidades sino en “signos del destino”, se pregunta el trasfondo que
implica el haber salido de su casa y escuchar precisamente las horas ideales
para realizar su plan. En otra taberna escucha la mala fama de doña Aliona y
sobre todo la despótica forma con la que trata a su propia hermana Isabel. En
suma, Aliona Ivanovna era una arpía cuya muerte era deseada por más de alguno
por su avaricia y crueldad. Raskolnikov regresa a su casa y duerme en su sillón
desecho. A la mañana siguiente es despertado por la criada quien es corrida por
el inquilino. Consigue un hacha de una obra cercana y dirige sus pasos a casa
de Aliona.
Aliona Ivanovna
es asesinada por Raskolnikov. De inmediato coge algunos prendedores y una
bolsa. Busca la llave que resguarda el dinero. Escucha ruidos. Entra Isabel
quien perpleja contempla la escena. Raskolnikov, sorprendido por lo inesperado,
reacciona y la mata. Limpia el hacha. El sonido de unos hombres que tocan a la
puerta lo alerta. Al no obtener respuesta se marchan sospechando algo.
Raskolnikov toma lo robado, baja unas escaleras y entra aun cuarto vacío que está
siendo pintado. Escucha a los hombres y al portero subir y aprovecha para huir.
Nadie lo vio salir y nadie lo vio dejar el hacha donde fue encontrada.
Raskolnikov llega a su cuarto y se deja caer al sillón.
Raskolnikov
despierta abruptamente. Reacomoda una y otra y otra vez las prendas robadas al
tiempo que sospecha, que la locura se ha instalado en su ser. Se contradice en
sus pensamientos hasta que alguien llama a la puerta. Anastasia le trae un
citatorio. El citatorio, es ordinario pero Raskolnikov experimenta una extrema
paranoia que lo hace dudar sobre su asistencia. Al retirase la sirvienta,
Raskolnikov advierte que se trata de una demanda emprendida por su casera por
pagos no efectuados. Finalmente asiste, y haciendo gala de un extremo cinismo,
se enfrenta al comisario de policía. Al resolver el asunto de la casera,
escucha las primeras investigaciones sobre los asesinatos de la anciana usurera
y su joven hermana. Siente deseos de confesarlo todo, pero se calla. De regreso
a su casa, el presentimiento de que se ha traicionado con sus palabras lo
invade.
Raskolnikov
llega a su minúsculo cuarto convencido de que las investigaciones han iniciado
y seguramente ya llegaron hasta su domicilio. Todo lo encuentra tal y como lo
dejó. Incluido las prendas robadas. ¿Dónde guardarlas? La inseguridad le ordena
cambiar constantemente de solución. Finalmente decide esconder lo robado para
usarlo tiempo después. Hecho lo anterior, Raskolnikov deambula por las calles.
Sus pasos lo llevan de nuevo a la casa de su amigo Razumikhin. Entra y a los
pocos minutos se despide. Razumikhin lo invita a quedarse más tiempo y calmar
un poco su ansiedad. Raskolnikov se va sin hacer caso de su amigo y pensando
que nada ni nadie existe y cosas por el estilo. Una vez en la calle, una señora
le ofrece una limosna; entonces, se percata de su miserable aspecto. Se pone
enfrente de unos caballos que tiraban un carruaje, vaga sin rumbo todo el día y
regresa a su casa a dormir profundamente. Las pesadillas lo despiertan y vuelve
a despertar de un mal sueño.
Los delirios
acompañaron a Raskolnikov durante su sueño. Al despertar encuentra a Anastasia,
Razumikhin, y un empleado de gobierno que le trae dinero en correspondencia a
una solicitud hecha por su madre. Raskolnikov duda en firmar y es persuadido
por Razumikhin. La criada y el amigo le reclaman el terrible descuido en el
cual se encontraba. Razumikhin le pide que no se preocupe tanto y le avisa que
intercederá por él con la casera, luego, aprovechando otro sueño de
Raskolnikov, Razumikhin, le compra ropa y le da el dinero restante. La visita
del medico los interrumpe.
Zossimov, médico
amigo de Razumikhin, atiende a Raskolnikov y lo invita a una reunión de amigos.
Durante la plática, Raskolnikov descubre que un pintor –que trabajaba en el
cuarto donde se escondió- es el principal sospechoso de los asesinatos
recientemente cometidos, y que él y su ayudante fueron arrestados. La discusión
de los dos amigos y las preguntas de Raskolnikov fueron entonces interrumpidas
por la llegada de un inesperado visitante.
Pedro Petrovich
Lujin, majestuoso y un tanto soberbio pregunta por Raskolnikov. Raskolnikov se
presenta y trata con ironía y desdén al prometido de su hermana. Lujin trata de
mantener un buen ambiente que no existe y se extraña del frío recibimiento del
muchacho. Sin desanimarse, Lujin les platica de sus planes y que se aloja en un
departamento compartido con su amigo Andrés Semionovich sin embargo sus
intentos fueron en vano. Zossimov y Razumikhin continuaron platicando de los
asesinatos y Raskolnikov se mantuvo lejano y agresivo. Finalmente, Lujin es
corrido por Raskolnikov.
Cuando estuvo
de nuevo solo, Raskolnikov se marcha de nuevo a la calle con el dinero que
había recibido. Se interna por las calles y por la noche se mete a una taberna.
Ahí se encuentra con un amigo de Razumikhin y ambos hablan sobre los
asesinatos. De manera irónica, Raskolnikov le “confiesa” el lugar donde
escondió el dinero. Al salir se encuentra con Razumikhin, sin embargo,
Raskolnikov, presa de sus contradicciones, lo corre de su lado. Todos coinciden
en los continuos delirios de Raskolnikov. Éste por su parte, visitó el lugar
del crimen. Ahí encontró a unos trabajadores. Raskolnikov pregunta por las
manchas de sangre y muestra una actitud sospechosa. Los trabajadores lo echan y
Raskolnikov se encuentra vagando de nuevo hasta que un grito le llama la
atención.
Raskolnikov
llega a un accidente. Un borracho se lanzó frente a un coche. Raskolnikov lo
recuerda: es Marmeladov. Rápidamente se presta a llevarlo a su casa y paga los
gastos. Por segunda ocasión, Raskolnikov llega a casa de la tísica Catalina y
sus hijos. La mujer lo recibe angustiada y recrimina a su esposo por sus
interminables borracheras, sin embargo el accidente fue fatal y todos notaron
que Marmeladov agonizaba. La madre manda a una de sus hijas por Sonia la
primera hija de Marmeladov- un médico y un sacerdote. Catalina cuestiona
duramente los “designios” del señor. Se muere su esposo que sólo le ha traído
malestares y miseria. Marmeladov muere y Raskolnikov le obsequia a Catalina el
dinero que posee para los gastos funerarios. Sonia se percata del gesto del
joven y llora la muerte de su padre. Al retirarse Raskolnikov, es interceptado
por una media hermana de Sonia para preguntarle su nombre y dirección. Más
seguro de sí, Raskolnikov se dirige a casa de Razumikhin y encuentra a su amigo
bebiendo con otros más, entre ellos al médico quien le recomienda reposo.
Básicamente, Zossimov considera que Raskolnikov está loco y por ellos lo
atiende según le confesó Razumikhin- Raskolnikov se despide y es acompañado por
Razumikhin, borracho, a su casa. Cuando llegaron encontraron a dos mujeres
esperando a Raskolnikov: Su madre y su hermana. Raskolnikov se desmaya de la
impresión.
Pulkeria
Alejandrovna y Abdocia Romanovna (Dunia) se encuentran frente a Raskolnikov
quien pasa de una emoción a otra. Le dice a su hermana que corrió a su
pretendiente, que jamás permitirá el enlace y que no quiere que se case y
sacrifique su vida por él. La madre y la hermana no reconocen del todo a su
hijo. Es obvio que una enfermedad se ha apoderado de su mente. Razumikhin las
convence de dejarlo solo y se ofrece a acompañarlas al lugar donde se
aposentan. La madre se niega a dejar a su hijo pero termina cediendo. En el
camino, Razumikhin les dice que ira por su amigo médico y en cuanto tenga su diagnóstico,
las iría a visitar. Les promete no abandonar a Raskolnikov y apoya su postura
contra el presumido pretendiente, sobre todo cuando llega al cuarto de mala
muerte que había alquilado para su novia y futura suegra. La belleza de Dunia
lo impresiona. Razumikhin cumple con todo e impresiona a las mujeres.
A la mañana
siguiente, Razumikhin amaneció crudo y arrepentido de varias cosas que había
dicho por su avanzado estado de ebriedad. Raskolnikov duerme. Al visitar a
Dunia y a su madre y ser recibido como todo un héroe se reconforta su ego.
Razumikhin reconoce que su pobreza es evidente. La madre le enseña a su
salvador, una carta de Pedro Petrovich en la cual se disculpa por no haberlas
ido a recoger y les informa la indignante forma en que Raskolnikov lo echo,
además de presenciar como daba el dinero a una mujer de dudosa reputación, se
refiere a Catalina, esposa de Marmeladov cuando murió- que con tantos
sacrificios le mandaba. La madre rompía en llantos. Dunia propone visitar a
Raskolnikov y cuenta la noticia de la muerte de Marta Pretovna (La señora que
la corrió de su casa pues creía que sostenía idilio con su esposo y que después
redimió públicamente) Cuando llegaron encontraron al médico atendiéndolo.
Raskolnikov se
sentía mucho mejor. El médico le sugiere aprovechando su lucidez que piense en
su rehabilitación. Una reconciliación familiar sucede, Raskolnikov le pide
perdón a su madre por haber regalado el dinero que le envió y platica lo
sucedido. La noticia de la muerte de Marta Pretovna resurge y se comenta que su
esposo Aracadio Svidigrailov la golpeó la noche que murió. Raskolnikov se
irrita y surge otra discusión familiar. La madre enseña la carta de Lujin a
Raskolnikov y éste sospecha más de aquel personaje radicalizando su postura.
Lujin no es un abogado, es un farsante. Mañana habrá una reunión familiar a la
que asistirá Lujin; Raskolnikov y Razumikhin invitado por Dunia.
Sonia llega
imprevistamente. Raskolnikov la desconoce de momento y luego la invita a pasar.
Sonia llega con el propósito de invitarlo a los servicios funerarios de su
padre y a una comida en honor a él que su madrastra Catalina ofrece. La joven
se deshace en elogios. Dunia y Pulkeria invitan por su parte a Razumikhin a
comer y parten de ahí. Una vez solos, Raskolnikov pregunta a su amigo, que si
conoce al juez Porfirio Petrovich quien trabaja en el caso de los asesinatos-
pues quiere recuperar las prendas que un día antes empeñó. Razumikhin asiente. Sonia
y los amigos bajan y entonces un personaje que pasaba por ahí, al escuchar el
nombre de Raskolnikov, miró rápidamente el lugar y se puso a seguir a Sonia. El
burgués de alrededor de cincuenta años que seguía a Sonia, lo hacía con pleno
convencimiento de conocerla. Sonia siente su presencia y al llegar a su casa el
burgués la saluda pues vive en el mismo edificio, en el departamento de al
lado.
De camino a
casa de Porfirio Petrovich, Raskolnikov siente indecisión sobre lo
contraproducente de ir y levantar sospechas. Pero en el camino, al notar que
Razumikhin se había esmerado en su arreglo personal, y sospechando que la razón
era su hermana, comenzó a burlarse sin piedad.
El juez
Porfirio Petrovich los recibe con gusto y cuestiona siempre con agudeza,
siempre certero a Raskolnikov. Para Raskolnikov no hay duda: Porfirio Petrovich
sospecha de él considerando que el mismo Petrovich conservaba un artículo de su
reciente época de estudiante, donde Raskolnikov cuestionaba la moral del
asesino con respecto a personas indeseadas y la misión que algunos llevan
acuestas. Porfirio es sagaz y platica con doble sentido con Raskolnikov. Se
despiden y Porfirio lo cita para mañana y ver el asunto de las prendas.
Raskolnikov se
despide de Razumikhin y le jura sentirse bien. En su cuarto duerme un poco bajo
el cuidado de Anastasia. Las pesadillas se vuelven a presentar. Al despertar,
un hombre que no conocía lo miraba con atención.
Raskolnikov
llega a casa de Sonia y se entera de que un pequeño apartado de la casa le es rentado.
La joven lo recibe con entusiasmo pero Raskolnikov llega con el propósito de
despedirse. La joven lo nota turbado y lo trata de calmar. Sonia platica de
Catalina y sus continuos desvaríos a causa de la tuberculosis. Raskolnikov es
cruel y le contesta que los días de Catalina están contados por su avanzada
enfermedad y que ella tendrá que cuidar a sus hermanastros. Sonia se asusta
pues su pobreza es extrema. Raskolnikov besa los pies de Sonia y muestra su
aspecto más escéptico. Raskolnikov le pide huir con él. Sonia se siente
confundida. Raskolnikov se despide con la promesa de regresar mañana y decirle
quien fue el asesino de su amiga Isabel. Del otro lado de la pared, un hombre
escucha con atención la plática: Arcadio Svidrigailov.
Una inesperada visita
interrumpe la entrevista. EL pintor sospechoso de haber matado a las mujeres
entra de pronto declarándose culpable. Porfirio se muestra nervioso y hace
sacar al enloquecido obrero. Despide a Raskolnikov que se va convencido, de que
fue torturado para hacerlo confesar.
Raskolnikov
encuentra llorando a Sonia. Su sarcasmo se mezcla con su lado más humano. Sonia
no entiende los discursos de Raskolnikov. El muchacho se vierte en la crueldad
y le recuerda que hoy le diría quien había matado a su amiga Isabel. Sonia se
pasma de la confesión e invita a Raskolnikov a que busque la expiación. Andrés
Semionovich toca la puerta de repente.
Más adelante,
Arcadio platica de Dunia. El libertino de Aracadio le narra sus secretos y
habla de los intentos de Dunia cuando trabajaba para él de llevarlo por el
camino correcto pues el mismo Arcadio reconoce que las mujeres en general, son
su debilidad. Su próxima boda con una joven de 16 años lo entusiasma.
Raskolnikov repara que se encuentra frente al hombre que desinteresadamente,
ayudo a Sonia y a sus hermanastros.
Sonia recibe a
Raskolnikov. No acepta su despedida y sigue a Raskolnikov quien entra a la
policía. Ahí se entera del suicidio de Aracadio. Raskolnikov sale y vuelve a
entrar. Finalmente, Raskolnikov confiesa haber asesinado a Aliona Ivanovna y a
su hermana Isabel
Raskolnikov fue
condenado a trabajos forzados en Siberia durante un lapso de 8 años. La
sentencia no fue del todo excesiva pues: nunca uso del dinero robado, de hecho
no sabía con exactitud el monto del botín- Cometió los asesinatos con la puerta
abierta, narró absolutamente todo sin omitir nada y lo más importante, se confeso
culpable cuando un obrero de probados desequilibrios mentales lo había hecho.
Se dictaminó que había matado por demencia momentánea. Y se usaron los
testimonios de Razumikhin y su amigo el doctor. Al preguntarle a Raskolnikov
sobre el móvil; contestó con absoluta franqueza. La extrema miseria que lo
había sacado de la escuela de derecho fue la punta del desastre. Al ser
cuestionado sobre su razón para confesar simplemente dijo por arrepentimiento.
La madre
enfermó desde el inicio del proceso y fantaseaba con frecuencia de que su hijo
era muy poderoso y que por eso se encontraba lejos. Dunia y Razumikhin se
casaron y ambos junto con Sonia, visitaron a Raskolnikov. La muerte de Pulkeria
fue sabida por Raskolnikov tiempo después a pesar de que Sonia quien lo había
seguido hasta Siberia se escribía con frecuencia con ellos.
Raskolnikov se
había sumido en la más profunda indiferencia. Todo le importaba poco o nada.
Las frecuentes visitas de Sonia eran lo único que lo reconfortaba. Sin embargo,
al tener la joven que trabajar, comenzó a reducir sus visitas. Raskolnikov
resiente su ausencia. Una tarde que tuvo que trabajar al aire libre, la
encontró de frente a él. Sonia le tomó las manos y Raskolnikov lloró por esos
siete años que todavía tendrían que transcurrir. Pero alguien lo estaría
esperando. A partir de la mañana siguiente, Raskolnikov no volvería a ser el
mismo.
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