KASHACUSMÁN Y
LA BELLA RAYHUANA
Edwin Kennedy
Calero Chamorro
Ahora, con este otoño manso,
tal vez puedas dejarte perder, en un
descuido, por las breñas de Patón, y de pronto, al asomar por una
cresta, ver allá en su cuenca, desnuda de hombres, áspera de
árboles, el lago aparentemente sereno, preguntándose al
cielo: «¿qué son esas cosas que pasan?», y el cielo preguntándole
a su
vez: «¿qué pasa por ahí abajo?».
Arriba, en uno de
los cerros de Patón, se puede hacer una corta caminata desde la laguna
Añilcocha hasta la laguna de Patón usando el camino prehispánico siendo la ruta
más corta y más bonita , la ruta pasa por bellas pampas, hermosas caídas de
agua y las aguas termales de Patón . En este hermoso lugar que parece cerca al cielo puesto que sus aguas reflejan el paso de las
blancas nubes y se siente disfruta la quietud de sus aguas que parecen susurrarte al oído una dulce
melodía que te atrapa y es como una invitación a quedarse para siempre en ese
lugar mágico.
Se encuentra una
enorme piedra en forma de hombre, dicha
piedra se llama en quechua Kachacushmán (hombre de piedra) como si estuviera
mirando hacia las aguas verdosas de la laguna de Patón, aquellas aguas
cristalinas que parecen reflejar el amor
entre dicho hombre y la bella Rayhuana, este lago está rodeado de cerros que están cubiertos sus cúspides
con nieve.
Se cuenta que el intenso color verde que tiene la laguna se debe a que
en el fondo de sus aguas está bella Rayhuana, cuyos ojos eran de ese color, quien
murió el día en que su esposo rompió su promesa y también el corazón de
Rayhuana.
La piedra en forma
de hombre está ahí hace cien años,
mirando y mirando las verdosas aguas de la bella laguna
con aguas que cambian de tonalidades entre verde oscuro y celeste profundo al
pie de la cordillera de Raura, cuando crece con las lluvias, cuando baja en el
verano, cuando brilla con el sol y cuando se ennegrece en las
noches.
Hace mucho tiempo,
esa piedra era un humilde pastor, dueño de una mano de alpacas y una choza de
palos de quinuales cubierta con ichu. Vivía apartado del pueblo luego que su
esposa muriera de una enfermedad desconocida. Era callado, triste y solitario;
sólo iba al pueblo una vez por mes a cambiar su carne, queso y papa con sal
y azúcar que ahí vendían.Sin embargo su situación empeoraba con el transcurrir
del tiempo puesto que no llegó a tener hijos , tenía que trabajar arduamente la
tierra, no tenía que comer cuando era temporada de invierno , las heladas
acaban con sus sembrios.
Este hombre quejaba
de su triste destino, un día muy temprano decidido a acabar con su mala suerte empezó a caminar con dirección a Quillahuaca uno de los tantos cerros que vigilan la
región , había escuchado que en aquel lugar guardaba celosamente un tesoro, no
importaba los riesgos que podría correr.
Caminó por el lado izquierdo y los ojos bien abiertos tratando de
descubrir algún indicio del tesoro.
Terminando el día y rendido de la larga caminata decidió descansar y
pasara la noche en aquel lugar contemplando las estrellas. A eso de la
medianoche escucho que silbaron muy cerca de su oído, se despertó y se
incorporó en un santiamén, dio un pequeño recorrido alrededor , efectivamente se
encontraba solo en aquel sitio .Se acostó nuevamente al poco rato sintió
claramente el suave roce de una mano por su hombro, este hecho le escarapelo
todo el cuerpo, puesto que aquel era un paraje desolado, su temor era tan
grande que no se atrevió a voltear , solo se limitó a apretar fuertemente los
ojos y esperar .
Al día siguiente pensó que todo había
sido producto del sueño y cansancio, llego
hasta las partes altas del cerro por más que recorrió comprobó que su esfuerzo
fue en vano, no había más que piedras y hierbas secas.
De regreso a su casa pudo esclarecer nuevas ideas: recordó que el cerro que que encerraba el tesoro no era Quillahuaca sino el Yanapacsa donde los agricultores extraen agua de algunos pozos distantes que vienen de los deshielos, éste agua según los agricultores vienen de los ríos subterráneos.
Al día siguiente muy temprano fue a las partes altas de Yanapacsa hasta llegar a las viejas canteras de sillar y así sospecho que las filtraciones de aguas venían de dicho cerro entonces aquellas filtraciones de agua le llevarían hasta el río subterráneo.
Camino siguiendo las húmedas tierras. Mientras avanzaba, las filtraciones desaparecían y aparecían en lugares diferentes. Camino cientos de metros hasta que la humedad desapareció en forma definitiva, miro a lo lejos y vio muy distante el , a cierta distancia se encontraba algunos arbustos de pie, que le indicaban que bajo sus raíces estaba aquel río subterráneo.
Entonces cogió tres piedras formando un triángulo, esta era la señal para saber dónde se había quedado, seguidamente apuro sus pasos para llegar rápidamente a su choza, antes que le ganará la oscuridad de la noche, aún tenía el recuerdo de aquella noche y el solo pensar le escarapela el cuerpo.
De regreso a su casa pudo esclarecer nuevas ideas: recordó que el cerro que que encerraba el tesoro no era Quillahuaca sino el Yanapacsa donde los agricultores extraen agua de algunos pozos distantes que vienen de los deshielos, éste agua según los agricultores vienen de los ríos subterráneos.
Al día siguiente muy temprano fue a las partes altas de Yanapacsa hasta llegar a las viejas canteras de sillar y así sospecho que las filtraciones de aguas venían de dicho cerro entonces aquellas filtraciones de agua le llevarían hasta el río subterráneo.
Camino siguiendo las húmedas tierras. Mientras avanzaba, las filtraciones desaparecían y aparecían en lugares diferentes. Camino cientos de metros hasta que la humedad desapareció en forma definitiva, miro a lo lejos y vio muy distante el , a cierta distancia se encontraba algunos arbustos de pie, que le indicaban que bajo sus raíces estaba aquel río subterráneo.
Entonces cogió tres piedras formando un triángulo, esta era la señal para saber dónde se había quedado, seguidamente apuro sus pasos para llegar rápidamente a su choza, antes que le ganará la oscuridad de la noche, aún tenía el recuerdo de aquella noche y el solo pensar le escarapela el cuerpo.
Ya en su lecho se decía a sí mismo, mañana regreso apenas despunte el
alba y termino el trabajo, incluso he dejado una señal para saber dónde me he
quedado ,con estos pensamientos se quedó profundamente dormido, soñaba con los
tesoros que guardaba en su interior Yanapacsa.
Amaneció,
se dio con la ingrata sorpresa que el triángulo de piedras que había formado , ni rastros de ello , por
más que buscó, no encontró nada, hecho que le consterno.
Creyó que
alguien debió haberlo seguido, seguro alguien sabía del tesoro, así que dejo
pasar unas semanas después de lo sucedido.
Un día dijo-
Mañana iré y me aguardaré en aquel lugar hasta el día siguiente.
Para ver la dirección exacta del río subterráneo se dirigió donde el mejor chaman del pueblo y este le vendió un palito de Hoque en forma de “y” más los conocimientos como debería utilizar esta herramienta y así resolvió el enigma y con el misterioso palito fue al lugar donde creyó haber dejado la vez anterior el triángulo de piedras.
Decidió a lo que vendría, cogió el palito y esta herramienta de rato en rato le indicaba donde había agua. Luego de avanzar varios kilómetros casi llegando a las faldas del Yanapacsa el palito dejo de funcionar , ya no daba indicios del río subterráneos, observó que la última piedra estaba junto a un arbusto, nuevamente construyó un triángulo de piedras y así muy contento y cansado se dispuso a pasar la noche en aquel sitio.
Aquella
noche no tuvo ningún sobresalto, sin embargo estuvo atento por si algo
ocurriera, hasta que se durmió plácidamente y tuvo un sueño extraño y
placentero a la vez, en su sueño se le apareció una bella mujer de ojos verdes que lo observaba
amorosamente y cuando quiso acercarse a
ella se esfumo aquella imagen.
Al siguiente día cogió algunas herramientas que había traído consigo, caminó obsesionado por encontrar el gran arbusto, al encontrar empezó a cavar un hueco, el río subterráneo estaba a cinco metros de profundidad. Ya llevaba varias horas cavando y la profundidad del hoyo crecía junto a la humedad de la tierra, hasta que descubrió la dureza del suelo y al pegar la oreja escucho el sonido del río subterráneo y con el pico logro hacer un pequeño orificio y así descubrió el río.
Con el deseo de llegar al río, agrandó aquel orificio y bajo con un pequeño costalillo y siguió caminando hasta encontrar una cueva y la altura del pozo, pasaba diez veces su cuerpo y miro que la salida se estaba tapando y todo se oscureció. El hombre se llenó de miedo y al mismo tiempo sacó un mechero de su bolsillo y lo encendió y con esa luz recobró la calma.
Avanzó en dirección contraria a las aguas con el mechero en manos, avanzó como tres kilómetros y las aguas dejaban de moverse, a medida que el avanzaba encontró trozos de carbón, luego algunos huesos humanos, se estaba dando por rendido.
Al tiempo que avanzaba se internaba cada vez más en aquel desconocido lugar , puesto que la entrada se había sellado , tenía que encontrar alguna salida o moriría en aquel lugar ,pensó nadie escucharía sus gritos de auxilio , aquel lugar no era muy recorrido , seguía caminado a lo largo de la cueva cuando vio a lo lejos unos pequeños destellos verdes , siguió caminado , la luz era cada vez más resplandeciente ,pensó que se trataría de alguna joya ,cuando ya faltaba muy poco despareció aquella luz misteriosa. En aquel instante, volvió sentir nuevamente aquel suave roce en su hombro cuando estuvo en Quillahuaca, volteó a ver se dio con la sorpresa que se trataba de una bella mujer de ojos verdes, quedó maravillado, todo su miedo , cansancio se esfumo como arte de magia.
-No temas, buen hombre- dijo la mujer
-¿Quién es usted? – expresó el campesino
- Me llamo Rayhuana- dijo la hermosa mujer
- ¿Qué haces en este lugar una bella mujer como usted? – expresó el
campesino
-Te he seguido y observado durante varias noches- dijo la mujer
-¿Entonces fuiste tú en
Quillahuaca,? – expresó el campesino
-Sí , eres bueno y no mereces
morir en este lugar , yo te mostraré la salida y donde está oculto el tesoro.
Estaba deseoso de seguir preguntado aquella enigmática mujer, pero como
si le hubiese leído el pensamiento.
-Volveremos a vernos - dijo la mujer, esbozando una cálida sonrisa
Le mostró el camino por donde debía dirigirse el campesino. Al querer
voltear hacia aquella suave voz, la mujer había desaparecido, sin haber podido
dar las gracias y verla por última vez. Al salir de ese lugar, encontró una
pequeño riachuelo se dispuso a seguirlo. Su último mechero ya se acababa y con
poca luz, corrió desesperado a la salida y, sin pérdida de tiempo la encendió y la
cueva se ilumino sin dejar espacio oscuro, fue grata su sorpresa al ver
reflejado los tesoros que tanto ansiaba.
La tierra empezó a temblar y algunas partes de la cueva se desprendieron, solo pudo llenar un pequeño saco con las joyas que ahí se encontraban, sin embargo este hecho no le entristeció, su pena era por no haberse despedido de aquella mujer que le había ayudado , se apresuró pues la cueva amenazaba con derrumbarse y corrió hacia la salida.
La tierra empezó a temblar y algunas partes de la cueva se desprendieron, solo pudo llenar un pequeño saco con las joyas que ahí se encontraban, sin embargo este hecho no le entristeció, su pena era por no haberse despedido de aquella mujer que le había ayudado , se apresuró pues la cueva amenazaba con derrumbarse y corrió hacia la salida.
Antes de abandonar el lugar, no quedaba ni rastro de la cueva por donde había entrado, pensaba que habría sucedido con dicha mujer, decidió caminar en dirección a su humilde choza, ya casi llegaba al pueblo, se sentó a descansar y a contemplar sus preciosas joyas y muy contento por esto de pronto lo que creyó eran joyas todo era polvo y ramas secas ,el hombre no se explicaba por esto, perdió todo el tesoro que pudo extraer del Yanapacsa.
A pesar de
lo sucedido este hecho no le consternó .Así
transcurrieron los días sin ningún sobresalto, aguardando que algún día se le
apareciera la misteriosa mujer, ya estaba perdiendo la esperanza de verla
nuevamente.
Un día, al regresar
del pueblo, notó su casa muy ordenada, sus ropas más limpias que nunca, en los
alrededores ni un desperdicio, y en la olla de barro una exquisita sopa de
trigo con charqui.
Sorprendido se
dijo: “¿Quién hizo todo esto?” Y su respuesta fue el silencio.
¿Habrán querido robar? Imposible no tengo nada
de valor- expreso el campesino
Muy pronto se
olvidó de este hecho; pero al mes siguiente ocurrió lo mismo, y lo mismo en los
otros meses.
Un día quiso saber
quién hacía todo eso. Entonces fingió ir al pueblo, como siempre; pero
volteando la quebrada se escondió tras una piedra grande. Desde ahí miraba de
rato en rato.
Así pasaron varias
horas. Cuando ya se disponía ir al pueblo, cansado de no ver al misterioso
personaje, vio sorprendido que una hermosa mujer salía de las aguas de la
laguna de Patón.
En absoluto
silencio miraba cómo aquella hermosa mujer limpiaba el patio, lavaba la ropa y
preparaba la comida. Entonces empezó a caminar lentamente hacia su choza, con
mucho cuidado, sin que ella se diera cuenta; por ratos se escondía
tras las piedras, por ratos saltaba en puntillas, para no hacer ruido, como el
zorro de las punas. De pronto abrió la puerta; y la mujer sorprendida y
enmudecida se quedó como una estatua, mirándolo.
-No huyas hermosa
mujer- dijo el pastor- no te haré daño alguno.
La mujer
sorprendida guardó silencio.
- ¿Qué hace una
mujer tan hermosa en mi choza? – dijo el humilde pastor. –
-admiro tu nobleza
y tu bondad. Pronunció la mujer
Quiero devolverte
la felicidad, buen hombre;. Si tú deseas puedo ser tu esposa – contestó ella
con delicadeza.
- Bella mujer, no
tengo riquezas que ofrecerte ¿Cómo te puedes fijar en mí? – volvió a preguntar.
- Para mí, la
mayor riqueza es tu bondad y tu nobleza. Si tú quisieras, podemos vivir felices
aquí. La única condición es que guardes por siempre este secreto; nadie debe
saber que vivo aquí, contigo - respondió ella.
El noble pastor
aceptó la condición, creyendo y no creyendo lo que veía, creyendo y no creyendo
lo que escuchaba. A partir de ese día volvió la felicidad a su rostro, sus
animales aumentaron, tuvo que contratar otros pastores y mandó
edificar una gran casa. En poco tiempo se convirtió en un hombre distinguido y
admirado en el pueblo. Pero dicha felicidad no duró mucho tiempo.
Un día, cuando bajó
al pueblo de Oyón, que está a unas diez leguas desde su estancia, se encontró
con unos amigos con quienes bebió en exceso.
-A los tiempos que
te dejas ver – dijo un amigo
-Me casé con la más
bella mujer- respondió el humilde pastor – olvidando la promesa que había hecho
a su esposa.
- Pues dicho
acontecimiento merece celebrarlo tomando huarapo (especie de aguardiente )-
exclamó uno del grupo.
Muy emocionado
empezó a contar, sin que nadie le preguntara, dijo que ella era la causa de su fortuna.
- Ya pues
Kashacusmán, no seas tacaño, comparte con los pobres – Dijo uno de ellos entre
broma y broma.
- ¡Una ronda de
huarapo para todos, doña Gloria! – ordenó con voz enérgica, haciéndose escuchar
por todos los presentes.
- ¡Bravo! ¡Viva
Kashacusmán!
¡Viva el nuevo
patrón! – coreaban los presentes, levantando el espíritu de Kashacusmán.
Así estuvieron
durante buen rato. Luego, poco a poco se fueron y dejaron casi vacío la
chingana, hasta que la dueña, doña Gloria, le dijo “Ya, señor, ya es tarde,
vaya a su casa”. En ese instante se le fue toda la borrachera al noble
Kashacusmán y la tristeza volvió a su rostro.
El pobre pastor,
consciente de su falta, salió del pueblo; caminó y caminó hacia la
puna. Cuando llegó a su casa, ella lo estaba esperando, muy enojada.
- ¿Cómo has faltado
a nuestro secreto? ¿Por qué lo hiciste noble Kashacusmán?
– replicaba
ella sollozando.
- ¡Perdóname,
Rayhuana! ¡Perdóname por favor! – suplicaba él. Sin esperar más, la bella
Rayhuana volvió a brillar, como la primera vez que la vio, se elevó un poco y
se encaminó hacia la laguna. En un dos por tres desapareció en las
profundidades de la laguna.
El noble
Kashacusmán descuidó por completo su rebaño. Permanecía sentado a la orilla de
la laguna, llorando y llamando ¡Rayhuanaaaa! ¡Rayhuanaaaa!
La gente que pasaba
por ahí pensaban que Kashacusmán se había vuelto loco; algunos niños le tiraban
piedras, hasta los perros le ladraban sin ningún por qué.
En poco tiempo se
acabó su ganado; como no pagaba a sus trabajadores, ellos se apropiaron de sus
casa y de sus cosas dejándole solamente una mano de alpacas, como al
principio. Y él seguía esperando que su felicidad salga de la laguna.
Una tarde, el
cansancio venció al noble Kashacusmán, quien se quedó profundamente dormido. En
su sueño se le apareció la bella Rayhuana. Él, emocionado, corrió hacia ella
sin poder alcanzarla. Ella también corría al encuentro de Kashacusmán, pero no
se podían alcanzar ni el uno ni el otro.
Entonces ella,
llorando le dijo que no era posible volverse a unir; que los dioses no lo
permitían, porque él había incumplido el acuerdo; pero que podían estar juntos
para siempre, si él se dirigía hacia lo alto del cerro y desde
ahí observara todo lo ancho de la laguna. Y así
como se apareció, la bella Rayhuana desapareció de su sueño, dejando al buen
Kashacusmán llamándola a gritos “Rayhuanaaaa, Rayhuanaaaaa”.
Cuando despertó,
aún tenía los ojos humedecidos. Se levantó, caminó hacia la laguna y empezó a
recorrer la orilla. Ese día Kashacusmán vio el agua más cristalina que nunca;
por ratos parecía ver el hermoso rostro de Rayhuana; por ratos los colores
jugaban en el agua. Entonces Kashacusmán comprendió el mensaje de su sueño;
llenó sus cosas en una talega y subió a lo alto del cerro. Desde ahí pudo
observar todo lo largo y todo lo ancho de la laguna. Y ahí se quedó durante
mucho tiempo, esperando que la bella Rayhuana salga de esa laguna.
Kashacusmán no se
cansaba de esperar. No se rendía, a pesar que el sol le quemaba el
rostro, a pesar que frío le helaba hasta la punta de los dedos de sus pies, a
pesar que el viento le secaba los labios, partiéndolos. Y seguía mirando, con
sus ojos fijos, todo el ancho de la laguna. Así seguía estando hasta
que un día se quedó convertido en piedra, inmóvil, en forma de
hombre.
Desde ese día, el
noble Kashacusmán contempla sin descanso la hermosa laguna de Patón, donde las
aguas reflejan variados colores, donde la hermosa Rayhuana siente la
mirada sincera de su amado Kashacusmán.
me gusto mucho
ResponderEliminarOk
EliminarUn resumen
ResponderEliminarQuien era el autor?????
ResponderEliminarJose maria argueras
Eliminaresta muy bonito
ResponderEliminarLA AUTORA ES DAJHANA STHEFFI TERAN RIOS
ResponderEliminarHola
ResponderEliminarPENE PUTO
EliminarQue se significa la piedra del cerro pato?
ResponderEliminarNo se
EliminarÑutw
ResponderEliminarBueno siendo honesta estA muy bonita el autor que lo escribió es José María Arguedas de Altamirano😁😍🤤
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