sábado, 5 de abril de 2014

Antígona de Sófocles: ¿La ley divina o la ley del hombre?

Antígona de Sófocles: ¿La ley divina o la ley del hombre?

Carlos Zeballos Burga

La obra inicia con la promulgación de la orden de Creotes, Rey de Tebas, quien ha acordado otorgar los honores de la sepultura a uno los hermanos de Antígona (Etéocles) y en cambio se la rehúsa al otro (Polinice); ambos muertos en batalla uno a mano de otro.  Se muestra un conflicto entre lo divino y la ley del hombre; Antígona por su parte piensa darle sepultura, siguiendo sus creencias religiosas mientras su hermana Ismena piensa seguir las órdenes de quienes están en el poder.


Lo ordenado por Creonte fue, con respecto a Etéocles, enterrarlo en un sepulcro y se le hagan y ofrezcan todos los sacrificios expiatorios pues este murió combatiendo por la ciudad de Tebas con un valor que nadie igualó, muriendo de una manera gloriosa. Por el contrario, a su hermano Polinice, el desterrado que volvió del exilio con ánimo de trastornar de arriba abajo el país, prohibió a toda la ciudad honrarlo con una tumba y llorarlo; dejarlo si sepultura, y que su cuerpo quede expuesto para que sirva de pasto a la voracidad de las aves y de los perros. Este acto puede ser calificado como monstruoso, pero al inicio de la obra se parece dar un sentido al castigo impuesto a Polinice aún después de muerto, pues era enemigo del rey y de la ciudad.

En un primer intento, Antígona va donde descansa el cuerpo de Polinice y lo cubrió con un polvo fino para que no sea profanado, este hecho fue comunicado por un mensajero a Creontes, quien se llenó de cólera por lo realizado; luego, al intentar enterrar el cadáver de su hermano fue atrapada y llevada donde Creontes, quien la castigó con la pena de muerte por no haber acatado sus órdenes. Aquí la tragedia muestra como heroína a Antígona, pues a pesar de tener conocimiento de lo ordenado por el rey y las consecuencias que traería su rebeldía frente a lo ordenado por este, decidió cumplir con lo que su conciencia le decía, que era dar sepultura a su hermano muerto, cumpliendo también con uno de los deberes más sagrados y más imperativos de la religión griega.

Puesta prisionera Antígona, aparece en el palacio Hemón, hijo de Creonte y Eurídice y prometido de Antígona, a pedir a su padre modificar la decisión que había tomado, en esta parte de la obra el autor (Sófocles) nos muestra un diálogo extraordinario, por un lado el hijo joven refutando respetuosamente los pensamientos de su padre y por el otro al padre experimentado quien no sede ante los requerimientos del primero.

El rey no dio su brazo a torcer sino hasta después de la aparición del Tiresias, el adivino, quien le dice a Creontes las desgracias que se avecinan por tener dos muertos sin sepultura, refiriéndose a Antígonas y Polinicie. Luego de que el adivino dejara el palacio, Creontes reflexiona y decide enterrar a Polinicie y liberar a Antígonas quien había sido puesta en una cueva. Aquí el autor muestra que la disposición de Creontes era la equivocada contraria a la de Antígona, el castigo para el primero fue la tragedia en que desencadenó la obra y vivir sintiéndose culpable de su desgracia.



1 comentario:

  1. De las críticas presentadas, ésta me parece una de las más correctas. A pesar de esto, discrepo en dos puntos. El primero, respecto al diálogo de Creontes con su hijo Hemón, el cual, si bien es respetuoso con su padre, conforme va encontrando respuesta negativa en él va enfrentándose verbalmente con mayor intensidad, probablemente ante la impotencia de no poder obligar a su padre a hacer algo que no debe. Segundo, no me parece que el autor muestre que la disposición de Creontes era la equivocada sino que al ir en contra de la ley divina, tendría consecuencias sin saber que serían tan significativas, lo que lo induce a cambiar de decisión.

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