Antígona:
El Deber sobre el Derecho
Antonio Paredes Núñez
En la obra Antígona, se relata la tragedia de la
protagonista Antígona, quien decididamente se enfrenta al rey y el decreto
dictado por éste. Se da a notar la imposición del deber familiar sobre el deber
social -plasmado en las leyes que forman parte del Derecho- al hacer primar
sobre toda ley los principios de fraternidad que había en Antígona.
La obra
pertenece al género de la tragedia, destacándose temas como la muerte,
actitudes como la soberbia, el orgullo; virtudes como la sabiduría de los
ancianos; el amor, el temor, la deshonra, la desobediencia; la lucha por los
ideales por encima del amor entre hermanos y a la vez, el amor entre hermanos
por encima de las leyes humanas. Resulta creíble lo plasmado en la obra de
acuerdo a las creencias de la época, mostrando coherencia en los hechos
ocurridos de principio a fin en la obra.
En la obra
no se presentan escenas de muerte ni de violencia, todos los sucesos
relacionados con violencia son narrados como hechos ya ocurridos; la escena más
tensa se da en el enfrentamiento verbal que sostienen Hemón y Creonte, pidiendo
el primero que se exima de castigo a Antígona.
Durante el
relato se aprecian muestras de amor de diversos tipos, empezando por el amor
fraternal que es el más arraigado a Antígona para con su hermano Polinice,
demostrado con el deseo imperativo de darle las honras fúnebres y elevar las
plegarias ante su deceso. Por otro lado, el amor filial, de Hemón para con su
padre Creonte, cuando le da muestras de afecto y respeto respecto a sus
decisiones, a pesar que posteriormente pretende hacer cambiar la opinión de su
padre; y por parte de Eurídice para con Hemón, al sentir el dolor profundo de
tener que soportar el deceso de su hijo. Resalta también el amor romántico de
Hemón para con Antígona, llegando al suicidio por el dolor de saber muerta a su
amada, pero no se demuestra el amor de Antígona para con Hemón, pasando a ser
algo secundario dado que lo primordial para Antígona en el desarrollo de la
obra es la sepultura de su hermano.
Se hace
necesario resaltar la devoción hacia las divinidades o dioses, basando Antígona
su desobediencia en ello, dado que asegura obrar para cumplir con el sepelio
ordenado por los dioses, quienes no han sido los obrantes de la prohibición que
hiciera pública Creonte.
También es
notoria la firmeza de Antígona al no vacilar en ningún momento respecto a la
decisión que había tomado desde un principio, y por el contrario, el temor de
Ismena al no querer ser parte de los planes de Antígona, pese a que después
Ismena desea acompañar a Antígona en la muerte.
A lo largo
de la obra, da a notar Antígona su soledad y la falta de apoyo en la misión que
se ha propiamente encomendado, empezando por la falta de apoyo de su hermana Ismena,
continuando por la sociedad, quienes a pesar de estar conscientes de la
injusticia cometida continúan el castigo y no vacilan en apoyar al rey sin
respetar sus propias creencias.
Quien lee
la obra (personalmente lo sentí), así como seguramente el pueblo espectador de
lo ocurrido en Tebas, son atrapados por sentimientos que denotan solidaridad
para con Antígona, creyendo injusta la decisión del rey, más aún cayendo tal
castigo sobre ella, cuyo “error” es dejarse llevar por sus principios e ideales
por encima de la autoridad, consciente del castigo que acarrea tal
atrevimiento. Probablemente ponerse del lado de Antígona sea producto de
identificarse con la manera en que uno actuaría, dejándose llevar por el amor
que uno siente por la familia y lo que considera justo; pero nadie se pone en
el lugar de la autoridad, que si bien es autoritaria, de acuerdo con la ley,
Antígona está cometiendo una falta indiscutiblemente y deberá tener castigo. La
injusticia por parte de Creonte no se da con mayor intensidad en el castigo
aplicado sino en el decreto que impide que a Polinice se le dé la sepultura
debida.
Termina
demostrándose en la obra que, como muchas situaciones en la actualidad, el
Derecho y las leyes que se dictan para cumplirse en la sociedad no son justas,
sino más bien la justicia la dicta el pueblo y es ejecutada por el mismo pueblo
ansioso de justicia y cansado de aquellos que gobiernan para sí mismos. He aquí
el grito de rebeldía de Antígona hacia Creonte y el sistema social, imponiendo
sus creencias de justicia por sobre la Resolución dictada por el rey.
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